Hasta 58 veces aparece la palabra "hambre" en las páginas del Quijote (20 en la primera parte y 38 en la segunda), y precisamente muchas de ellas vinculadas con Sancho Panza que es el que más penurias pasa en cuestiones gastronómicas.
En el capítulo 5 de la segunda parte Don Quijote alecciona a su escudero con una frase tan paradógica como cierta y es que: "La mejor salsa del
mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto."
Algo que solo se puede entender en la locura del hidalgo que bajo sus diversos encantamientos asume no tener apetito por causas mágicas como contra punto Sancho busca la menor ocasión para hacerse con algún alimento durante los ayunos de su señor.
Estas ansias por la comida provocaron las escenas más jocosas de la novela.
"Cuenta la historia que cuando don Quijote daba voces a Sancho que le trujese el yelmo, estaba él
comprando unos requesones que los pastores le vendían; y, acosado de la mucha priesa de su amo,
no supo qué hacer dellos, ni en qué traerlos, y, por no perderlos, que ya los tenía pagados, acordó de
echarlos en la celada de su señor, y con este buen recado volvió a ver lo que le quería; el cual, en
llegando, le dijo:
–Dame, amigo, esa celada; que yo sé poco de aventuras, o lo que allí descubro es alguna que me ha
de necesitar, y me necesita, a tomar mis armas.
(...)Y, volviéndose a Sancho, le pidió la celada; el cual, como no tuvo lugar de sacar los requesones, le
fue forzoso dársela como estaba. Tomóla don Quijote, y, sin que echase de ver lo que dentro venía,
con toda priesa se la encajó en la cabeza; y, como los requesones se apretaron y exprimieron,
comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote, de lo que recibió tal susto, que
dijo a Sancho:
–¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos, o se me derriten los sesos, o
que sudo de los pies a la cabeza? Y si es que sudo, en verdad que no es de miedo; sin duda creo que
es terrible la aventura que agora quiere sucederme. Dame, si tienes, con que me limpie, que el
copioso sudor me ciega los ojos..."
Pero no acaban ahí las aventuras gastronómicas de Sancho, en esta segunda parte del Quijote encontramos también otro de los hechos divertidos cuando los presuntos sirvientes que rinden pleitesía al escudero en la ínsula de Barataria, se mofan de él prohibiéndole todo tipo de manjares que previamente le han mostrado.
Las razones médicas que arguye el maestresala y el doctor acaban enloqueciendo a Sancho quien por mantener las formas y el protocolo se queda sin probar bocado.
Un tema que en cierto sentido sigue presente en nuestros días, donde el gozar del buen yantar parece en ocasiones pecado.
Recordad el día 23 nos vemos en el restaurante el Jardín Prohibido
en la cena de "La gastronomía de los literatos"