Para seguir dándole vidilla al blog antes de retomar
las cenas en Septiembre, nos ocuparemos hoy de un alimento de lo más veraniego.
El higo chumbo.
Como tantas otras frutas, ésta es una de las que los españoles trajeron del Nuevo Mundo. Hay por tanto un antes y un después en su historia, pues durante su etapa como alimento exclusivo de América tuvo tanta importancia como la que después adquirió al ir viajando por el mundo.
Su aparición estelar en la historia según diversos códices precolombinos (el códice Mendoza entre otros) fue exactamente, el 26 de Julio de 1325. En ese preciso instante el peregrinaje de los antepasados de los aztecas tocó su fin, pues habían alcanzado su particular tierra prometida.
Según les inspiró su dios Huitzilopochtli, una señal les indicaría el lugar donde fundarían la capital de su futuro imperio, esa señal era un águila que devoraría una serpiente reposando, precisamente, sobre una chumbera. Como era de esperar, todos los elementos se dieron cita en una pequeña isla del lago Texcoco, dando origen así a la ciudad de Tenochtitlan.
El júbilo no fue para menos. Nada más verlo el sacerdote Cuauhtlaquezqui dijo:
“(..)
Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! El sitio donde el águila
grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los
peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México
Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder.”
Y tanto que sucederían cosas… Para empezar la escena se convirtió en insignia
de la ciudad, y de hecho hoy sigue siéndolo en la bandera de México, y además
entre otras tantas cosas también sucedió la llegada de unos extraños personajes dignos de sus
frecuentes profecías.
De hecho se les tomó como tal, y aunque terminaron por descubrir que eran tan humanos como ellos, ya era demasiado tarde, Hernán Cortés y sus hombres habían llegado al corazón mismo del imperio.
Curiosamente el primer europeo que nos habla de esta planta fue uno de los españoles que cambió su nombre original por un término nauhuatl. Hablamos de Fray Motolina (antes conocido como Fray Toribio de Benavente) El cambio de tan zamorano nombre se explica por el significado de Motolina, que viene a ser algo así como “el pobrecillo” o “el que da lástima”. Fray Toribio como era un franciscano de pura cepa aceptó con gusto el mote y fue desde entonces conocido con su nombre nahualt.
De hecho se les tomó como tal, y aunque terminaron por descubrir que eran tan humanos como ellos, ya era demasiado tarde, Hernán Cortés y sus hombres habían llegado al corazón mismo del imperio.
Curiosamente el primer europeo que nos habla de esta planta fue uno de los españoles que cambió su nombre original por un término nauhuatl. Hablamos de Fray Motolina (antes conocido como Fray Toribio de Benavente) El cambio de tan zamorano nombre se explica por el significado de Motolina, que viene a ser algo así como “el pobrecillo” o “el que da lástima”. Fray Toribio como era un franciscano de pura cepa aceptó con gusto el mote y fue desde entonces conocido con su nombre nahualt.
Es quizás por ello, tuvo cierto acceso a las costumbres, tradiciones y gastronomía de los pueblos que en su expedición fueron descubriendo, hasta que finalmente llegó a toparse con la chumbera, a la que denomina como “tuna”, una palabra de origen precolombino con la que la fue conocida durante un tiempo.
Aunque también se le llamó “higuera de indias” o “higuera de San Gabriel” pero finalmente triunfó chumbera. ¿Y de dónde viene tal palabra?
No se debe, a como alguna mente enrevesada ha ya podido pensar, que “chumbo” sea una corrupción de “chungo” y que las espinas de este fruto les den fama de maleantes a estos higos frente a los ya conocidos en Europa, rotundamente no. El origen es mucho más sencillo.
Como la chumbera no dejaba de ser un cactus, contaba con una gran ventaja en el mundo marinero, ya que plantas vivas como Ésta aguantaban con a penas la brisa del mar. Sus frutos además eran efectivos contra el escorbuto, así que no tardó en convertirse en una planta famosa en el mundo de la navegación.
Un ambiente este de los marineros, en el que los frutos fueron asociados a los
chumbos, es decir, las piezas de plomo que rodeaban las redes de pesca. De ahí que
se les llamase chumbos y en consecuencia a su planta, chumbera.
Lo que no tiene sentido es llamarles higos, cuando biológicamente nada tienen que ver los cactus con las higueras, pero bueno eso se podría decir, que resulta es un tema un tanto espinoso.
Pero ¿quién sabe? Si la chumbera ha sido capaz de adaptarse sin problemas al clima mediterráneo quizás pueda adaptarse a otra nueva denominación. Los siglos nos dirán.
Lo que no tiene sentido es llamarles higos, cuando biológicamente nada tienen que ver los cactus con las higueras, pero bueno eso se podría decir, que resulta es un tema un tanto espinoso.
Pero ¿quién sabe? Si la chumbera ha sido capaz de adaptarse sin problemas al clima mediterráneo quizás pueda adaptarse a otra nueva denominación. Los siglos nos dirán.
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